Luis Sánchez para EcoHisto:
Cuatro
aviones de pasajeros secuestrados por terroristas musulmanes de Al Qaeda fueron
las
armas utilizadas: dos aeronaves se estrellaban contra las Torres Gemelas
del WTC en Nueva York; otra contra el Pentágono, y la última cayó en
Shanksville (Pensilvania) sin hacer blanco en objetivo alguno. Nada menos que
un ataque contra los más significativos poderes del país norteamericano: las
finanzas, las decisiones de Estado y la defensa militar.
De inmediato el presidente
Bush declaró la "guerra contra el terrorismo", contra el "eje
del mal", contra Osama Ben Laden, a quien responsabilizó de los ataques, y
contra Saddam Hussein, su aliado (en realidad eran enemigos irreconciliables).
Ellos, los extremistas islámicos, tendrían que pagar por las casi 3.000 vidas
segadas en esos actos criminales, y por el orgullo herido de los
estadounidenses.
El mundo occidental lo
apoyó fervientemente. Como consecuencia de ese nuevo "Pearl Harbor",
las tropas estadounidenses invadieron a Afganistán por la presunta presencia de
los líderes de Al Qaeda protegidos por los talibán; más tarde, a Irak buscando
armas de destrucción masiva inexistentes; y a otros países para combatir a Ben
Laden y su organización por toda la faz de la Tierra.
La fiebre antiterrorista
recorrió el mundo, se reacomodan las fuerzas políticas, y muchos países se
sumaron a esta moderna cacería de brujas: se declaraba terrorista a quien no
fuera ideológicamente afín a las líneas de mando, aún si ello fuese una
flagrante mentira y significara la violación de los Derechos Humanos, un
terreno fértil para apoyar cualquier acción de los nuevos inquisidores.
El prohibicionismo y el
intervencionismo, banderas políticas del neoconservatismo, se funden en la
mesiánica doctrina Bush (el ataque preventivo), que se extendió a casi
cualquier lugar y actividad en nombre de la libertad y la democracia.
Los musulmanes pasaron a
ser los grandes enemigos de la humanidad, cualquier ciudadano se convirtió en
sospechoso de cualquier delito, viajar en avión es una odisea, el dinero ahora se
rastrea para investigar su origen y destino, se intercepta ilegalmente
cualquier comunicación, se aprehende sin razones aparentes, se encarcela sin
fórmula de juicio, se tortura a discreción y se condena sin justicia ni
pruebas, como atestiguan los presos en Guantánamo y en otros ergástulos. Se
incluye en el paquete "terrorista" cualquier actividad que deba
controlarse.
Es el Nuevo Orden Mundial
del que tanto hablaron los Bush, padre e hijo, sus adláteres, socios y aliados,
camino expedito a los abusos conocidos. Con protagonistas musulmanes, siguieron
más atentados terroristas como los de Bali, Londres o el 11M de Madrid que
fortalecían las fantasías paranoicas de los ciudadanos del mundo.
Mucho ojo: el terrorismo
real sí está activo y, sin duda alguna, hay que combatirlo con determinación e
inteligencia. Los resultados de la "guerra contra el terrorismo" no
son alentadores, dicen los especialistas.
Muchos analistas cavilan
acerca de los beneficiarios del 9/11 y las políticas mundiales surgidas en
consecuencia. No señalan a las organizaciones terroristas o a sus cómplices.
Por el contrario, apuntan a
ciertas empresas que se vieron favorecidas con los contratos de reconstrucción
de Irak, la banca internacional, las de seguridad, los fabricantes de armamentos
o las petroleras.
Es oportuno recordar que
los Bush y los Ben Laden son socios comerciales en la explotación del petróleo
en Arabia Saudita, y que Osama fue reclutado para la CIA en 1978 por los
saudíes para sabotear a los ejércitos rusos en Afganistán por instrucciones de
Bush padre, quien acababa de dejarla dirección de esa agencia; también, que
Saddam Hussein también estuvo en sus filas desde 1959 como gatillero; que las
relaciones Bush-ben Laden son inmejorables y sus negocios siguen floreciendo.
Luis Sánchez de Ibargüen Medina
José Antonio y Luis, ¿cuáles son las fuentes (links) de esta información? Sin fuentes no hay credibilidad. Fernando Ramos
ResponderEliminar